miércoles, 30 de noviembre de 2005

Carta a los Reyes Magos (I)


Aún queda casi un mes y ya nos están bombardeando con la dichosa Navidad. En la tele sólo se ven anuncios interminables de juguetes, perfumes y el nuevo disco de Fulanito de Tal ya a la venta. Vas por la calle y sólo ves docenas de Papás Noeles, bombillitas de mil colores y espumillón por doquier. Eso sí, impera el buen rollito, las compras civilizadas y los buenos deseos para con todos. Empiezan las comidas-cenas de empresa, donde un puñado de peces gordos se ponen hasta las trancas de cordero asado y Vega Sicilia; donde la secretaria que hasta ayer odiaba a la administrativa que tenía enfrente se sienta a su lado y le dice lo bien que le queda el nuevo vestido o lo mona que está con esas mechas. Luego brindan con sidra el gaitero y se van a casa tan felices, porque la Navidad es lo que tiene, que te olvidas del mal rollo y del odio hacia los demás. Pero en cuanto llega el 7 de enero... entre la resaca de las fiestas, que nos hemos saltado la dieta y hemos aumentado una talla, que hay que llegar pronto al Corte Inglés para pillar buenas rebajas y que no nos gusta lo de volver a la rutina... todos los buenos propósitos para el nuevo año se quedan donde estaban: entre las copas de sidra y las sonrisas falsas.

Pero yo este año he sido buena. Me he portado bien, he terminado los estudios, he sacado buenas notas, he ayudado en las tareas de casa y no he contestado a mis padres. Además un día incluso ayudé a un anciano a cruzar la calle. Por eso creo que los reyes magos me van a traer todo lo que les pida (o casi todo). Así que allá voy: a Melchor le pido una Bratz con todos sus accesorios, el cochecito de Nenuco y el maletín de estética de la Barbie peluquera; a Gaspar le voy a pedir la colonia nueva de Britney Spears, el cd de los SJK y la consola que viene en la página 13 del catálogo de Toys'rus; y a Baltasar le voy a pedir las zapatillas Lelly Kelly, una sombra de ojos azul celeste y la colección completa de pósters de los Gavilanes.

Yo no soy como esas piden cosas tan tontas como la paz en el mundo, que se acabe el hambre o que se encuentre una cura para el cáncer. A mi me va lo material. Y para que quede constancia os describiré cómo voy a adormar mi casa estas fiestas. Para empezar, es imprescindible colgar de la puerta de entrada un adorno enorme y llamativo en el que no falten flores de pascua, espumillón y unas hojas de acebo (qué importa si está protegido). Luego, las ventanas, muy importantes, tienen que estar saturadas de ese pringue blanco que parece nieve para hacer dibujos de bolas de navidad, campañitas y mil mariconadas más, que sino no se sabe que es navidad. Despúes hay que buscar un árbol, cuanto más abierto e irregular mejor, y sobrecargarlo con kilos de espumillón, bolas de todos los colores del arco iris, campanillas, cascabeles, paquetidos de regalo envueltos hace tan solo dos dias (y que en realidad son paquetes de tabaco) y sobre todo millones de lucecitas de tres o cuatro juegos diferentes para que se enciendan a destiempo y siempre haya alguna brillando. Todo esto aderezado con nauseabundo villancicos cantados por pobres niños vestidos de blanco que llevan, en el mejor de los casos, 50 años cantando lo mismo.


Pensándolo mejor, este año a los reyes magos les voy a pedir una cajita de paciencia, medio kilo de inteligencia y un set de herramientas para inculcar un poco de sentido común a mi alrededor.


(Continuará)

sábado, 19 de noviembre de 2005

A Germán (espéranos allí)

Va a hacer un año. El día 24 del mes que viene hará un año. Un año que acabamos con mal sabor de boca y que comenzó mal. Decidiste irte, de repente, sin previo aviso, sin despedirte. Celebrábamos algo, seguramente el fin de las clases por Navidad, una cena entre amigos, unas copas por el Húmedo, unas risas como siempre... y ya no volvimos a verte. Ni siquiera aquella noche te vi mucho, tan solo un ratito, lo justo para desearte felices fiestas y decir: "Venga, sed buenos, pasadlo bien". Y después, nada. A las 11 de la mañana una llamada con la trágica noticia, unas lágrimas que no acababan de brotar, mil pensamientos en la cabeza, miles de porqués y ni una sola respuesta, recuerdos de risas y de cafés, de noches en el Glam y en la Estación... todo borrado de un plumazo, toda una vida que se detuvo en plena juventud.

Va a hacer un año y seguimos echándote de menos. Seguimos acordándonos de tí como si te hubiéramos visto media hora antes, seguimos pronunciando tu nombre casi sin darnos cuenta para, acto seguido, esbozar una sonrisa y dejar la mirada perdida recordando algo. Seguimos riendo tus bromas y tus gracias, seguimos incluyendo tu nombre en la lista de receptores de mails en cadena y nos negamos (yo la primera) a aceptar que en la agenda del movil tu nombre ya no aparece.

Va a hacer un año que nos abandonaste entre risas y fiestas de Navidad. Y te llevaste toda tu alegría y todas tus ganas. Sólo nos dejaste un sabor de boca amargo, por todo lo que pudo ser y nunca fué, por todo lo que tenía que haber sido y ya nunca será. Una Nochebuena nada buena y unas fiestas vacías. Tus compañeros de batallas, desolados; tus amigos, destrozados.

Va a hacer un año que empezó a nevar y parecía que nunca iba a parar. Bonita postal navideña te perdiste. Y desde entonces cada vez que oimos una canción nos acordamos de tí, vuelve a la mente aquella frase tuya ("Vamos a hacer el sexy-sexy").

Un años después sabemos porqué tus amigos estaban tan orgullosos de serlo; sabemos porqué te fuiste. Quizás faltaba un ángel en el cielo y te llamaron a tí.
Estés donde estés, espéramos allí; volveremos a encontrarnos.

PS- Germán era un amigo de los buenos, de los de verdad. Nos dejó el 24 de Diciembre de 2004, una madrugada cuando volvía a casa después de pasar la noche con sus amigos. Su coche le jugó una mala pasada a la puerta de su casa y ya nunca le volvimos a ver. Tenía 26 años y muchos amigos que quisimos despedirnos de él a pesar de la nieve y el frio. Nos hemos hecho a la idea, pero no acabamos de acostumbrarnos. TE ECHAMOS DE MENOS.

martes, 8 de noviembre de 2005

¡Qué pequeña eres, brizna de hierba! Si, pero tengo toda la tierra a mis pies


R. Tagore nos legó esta y otras muchas frases, preciosas por fuera y por dentro. En ocasiones pasamos por encima de tanta sabiduría y ni nos damos cuenta. Desde que apareció Internet hemos dejado de leer, de escribir cartas, de abrir enciclopedias, de comprar periódicos... Con lo bonito que resulta sentarse frente a un folio en blanco y dejar que la mente se pierda buscando las palabras exactas para llegar al corazón del destinatario de nuestra epístola, nos hemos conformado con abrir el correo electrónico y crear mensajes cuasi telegráficos, plagados de abreviaturas, signos y emoticonos (de los que nadie sabía nada hasta hace unos años y que ahora se han vuelto imprescindibles).
Sin embargo, ahora nos cuesta menos estar en contacto con la gente que antes. Siempre es más cómodo enviar tres líneas en un e-mail que preparar una hoja, buscar la pluma, escribir algo medianamente coherente y extenso, cerrar el sobre, pegar un sello y acercarnos al buzón de Correos. ¿Es que nadie echa de menos abrir el buzón y encontrar una carta a su nombre, con remite de alguien querido y leer con voracidad las letras que contiene? A mí me hacía ilusión recibir carta, y tal vez sea por eso que no he perdido la costumbre de enviar alguna que otra, breves pero intensas, a aquellas personas a las que tengo un cariño especial, las que me hicieron sonreir y por que no, llorar también, alguna vez. Nunca falta una postal navideña o una felicitación de cumpleaños, a pesar de que últimamente también he sucumbido al mundo de los sms.

Aún así, me sigue gustando leer; no la tira cómica del periódico, sino literatura de la de verdad, de la que viene en los libros. No tengo preferencias, leo practicamente todo lo que cae en mis manos, desde relato corto a novela histórica. No sé cuando empezó mi pasión por la lectura, ni quién me la inculcó; sólo se que desde bien pequeñita, cada noche hacía que se me leyera un cuento, y creo recordar que mis favoritos eran los cuentos de la selva. No recuerdo el autor, ni su nacionalidad, sólo los cuentos que explicaban por qué los flamencos tienen las patas rosas, o por qué las tortugas tienen caparazón. Lo que sí sé es que me gustaba leer, o al menos que me leyeran antes de dormir, costumbre que aún hoy no he perdido.
No llevo la cuenta de todos los libros que pasan por mis manos, ni siquiera de todos los que he prestado y nunca he recuperado, pero si sé que mi madre está harta de que llene las estanterías con libros. Mi última adquisición: 1984, de George Orwell; le tenía ganas, mucho tiempo oyendo hablar de él y por fín lo encontré, hará dos semanas en una feria del libro, el precio ridículo (2 euros), y aunque aún no me he adentrado en sus páginas (no por pereza, sino porque tengo una colección entre manos que me tiene enganchada, Los Reyes Malditos, de Maurice Druon) ya lo oigo gritar desde la estantería.

De vez en cuando, uno de esos libros, deja un sabor de boca amargo, quizás esperaba más de él, quizás no era tan bueno como decían, quizás simplemente no era mi estilo; pero otras veces, muy de vez en cuando, aparece un libro de esos que te hace pasar horas enganchado, sin poder parar de pasar páginas mientras las agujas del reloj corren y para uno el tiempo se detiene. Es entonces cuando, al mismo tiempo, deseamos acabar el libro y deseamos que no se acabe nunca. Si alguien espera que ahora facilite una lista de libros que merece la pena, siento decepcionarle, pero para gustos...
No obstante, me voy a permitir hacer una recomendación para aquellos que, aún sin saberlo, disfruten con la lectura que arranca pensamientos y reflexiones al lector: El Libro de los Abrazos, de Eduardo Galeano. Una vez lo tuve, pero cometí el error de prestarselo a alguien; ahora he perdido el libro y me temo que el amigo también, pues hace casi un año que no sé nada de él. De todos los relatos del libro, mi favorito es uno titulado "Las huellas digitales", por lo que dice, por cómo lo dice y por los recuerdos que me trae de aquellos tiempos en los que formaba parte de una compañía de teatro y recibíamos premios. Es que siempre he sido un poco payasa, no lo puedo evitar.

lunes, 7 de noviembre de 2005

Un poco de cultura nunca está de más...

Dicen que el saber no ocupa lugar. Será verdad, no digo que no, pero la verdad es que mi cuarto está a rebosar de libros, fotocopias, apuntes, cuadernos y más fotocopias, el temario de las oposiciones... Vaya, que el saber no ocupa lugar, pero los libros si. Y al final, todos llegamos a la misma conclusión; que hay que saber de todo, estudiar toda la vida, no dejar nunca de aprender, pero después de un tiempo, nos damos cuenta de que la mitad de las cosas que hemos aprendido no nos han serivdo para casi nada, y sin embargo seguimos recordando la fecha de la Revolución Francesa. Conclusión: ese saber sí ocupa lugar, está ocupando memoria, tal vez necesaria para otras cosas.
Además resulta curioso cómo somos capaces de recordar las tonterías y detalles absurdos, pero nos cuesta dios y ayuda arendernos la leguislación, por ejemplo. ¿Memoria selectiva? ¿Inteligencia subconsciente?
Dejemos el tema, por la seguridad de todos. Lo de la cultura lo decía por otro asunto. Últimamente estamos asistiendo al fenómeno de la despoblación y el consecuente abandono de pueblos y aldeas que, por falta de medios, pierden su esencia hasta quedar reducidos a la nada. Mucho me temo que esto será lo que le ocurra al pueblo que vió nacer a mi padre; un pueblecito de la Cepeda, con mucha vida en sus tiempos, pero ahora semidesierto y sumido en el olvido. Así que me he propuesto que, al menos virtualmente, el pueblo siga vivo; me he propuesto que, de vez en cuando, alguien descubra el pueblo. Por eso he creado un blog donde quiero ir contando la historia de Vega de Magaz, que así se llama; aún está en pañales, pero confío en poder darle forma y que cualquier visitante (virtual o real) disfrute del paisaje, de sus gentes, de sus costumbres y, como no, de su lengua.
Si llegado a este punto, he logrado despertar tu interés, lo único que te falta es visitarlo. No está lejos de la capital; 45-50 minutos en coche, y pasan varios trenes a diario, y en el bar siempre hay un café caliente o una cervecita para apagar la sed.Pero lo mejor será que deje que seas tú mismo quien lo descubra. Entra en http://vegamagaz.blogspot.com y se bienvenido a un lugar a caballo entre el pasado y el presente, el futuro... tendrá que esperar. ¡Disfruta de tu viaje!

domingo, 6 de noviembre de 2005

WEBQUEST: Recursos


RECURSOS

Aquí se os brindan una serie de direcciones que os resultarán útiles para desempeñar vuestro trabajo de manera eficaz. No son todas y seguro que hay muchas más y mejores, así que si encontráis alguna otra... Hacédmelo saber! ¡Suerte!

Diario ABC, un clásico - http://abc.es

Un diario catalán - http://www.elperiodico.com

Otro clásico, el Mundo - http://www.el-mundo.es

Para los forofos del deporte - http://www.marca.es

Edición digital con información general, social, política, económica, deportiva - http://www.hoy.com.do

Toda la información del mundo en una sola página. Un portal para periodistas - http://www.periodistadigital.com

Relatos literarios, artículos de psicología, ensayos teatrales y noticias de - http://www.elboligrafo.com

Edición digital. Contiene agenda y secciones dedicadas a la literatura, internet, - http://www.periodicodelestudiante.net

Periódico con información extraída de la prensa española, realizado por estudiantes - http://www.ucm.es/info/Periodico/

Ofrece noticias, anuncios clasificados, guía de comercios y enlaces a las distintas - http://www.tuperiodicolocal.com

martes, 1 de noviembre de 2005

Entre Leonores y mileuristas


Ayer nos despertamos con la noticia. Otra infanta real en el mundo. Y toda España decepcionada porque ha sido niña y no el varoncito que todos esperaban. Qué pena, madre! Sobre todo porque la pobrecita viene al mundo con un pan debajo del brazo, o lo que es lo mismo, un sueldo que ya quisieran muchos trabajadores de por vida, así sólo por haber nacido. Si ya lo dice el dicho; los hay que nacen con estrella y otros estrellaos. A las 8 de la mañana todas las emisoras de radio y todas las cadenas de televisión empezaron a bombardearnos con el nacimiento de la criatura; que si pesó tanto, que si midió esto otro... todos los detalles del parto excepto el número de grapas que tuvieron que poner a la madre (que ni siquiera fue capaz de parir sola, tuvieron que ayudarle). Y para colmo de males, a las 2 sale la reina y nos dice que la niña es "redonda". Así. Palabras textuales: "es redondita". ¿Pero entonces que ha sido, niña o balón de reglamento?

Y la programación de tooooodas las cadenas al garete porque hay que retransmitir a toooooodas horas la buena nueva. Joer! Cuando yo nací nadie estuvo 13 horas en la puerta del hospital esperando a ver que era, si niña o gato; ni le preguntaron a mi padre a quién se parecía; y lo que es peor, nadie le envió a mi madre una centena de cestas para bebés repletas de ropitas, patucos, biberones, pañales y ositos en rosa chicle portadas por un pobre hombre que más parecía el botones Sacarino que un empleado de una tienda de ropa, pero claro, a esta que ya tiene de todo, vamos a regalarle más, por si acaso algún día necesita otra muda. Y la bendita criatura tendrá a su disposición 5 equipos de pediatras; nada menos que 5! Pero que es, uno por cada continente? Por si viaja? A mi me asignaron uno en la Seguridad Social y gracias. Ni brindis con cava, ni fotos para los periódicos, ni visitas oficiales.

Ha nacido una infanta, a la que tendremos que llamar de Doña aunque abulte poco más que un jilguero y a la que rendir pleitesía y reir las gracias, dejar que en las bodas se pelee con sus primos y sacarla en todas las revistas, porque "mírala, tan mona sacándose un moquito de su naricita...". Doña Leonor se va a llamar. A mí se me hace corto el nombre, después de todos sus primos que necesitan dos DNIs para incluir todos los nombres (que al pobre Froilán lo coronaron...). Y no será princesa, como tampoco lo es su madre, aunque muchos se empeñen el adjudicarle el título, incluído su esposo que debería, por otra parte, saber que no es princesa sino esposa del príncipe de Asturias, lo siento por ella.

Claro que, puesta a sentir, lo siento por mí y por tanta gente como yo a los que ya nos denominan "mileuristas". ¿Que qué rayos es eso? Pues yo también me acabo de enterar. Resulta que a los pobres licenciados, con conocimientos de idiomas y buena formación pero que ocupamos puestos de trabajo de los comúnmente conocidos como "curros de mierda" en los que cobramos un máximo de 1000 euros (brutos, claro) nos llaman mileuristas. Ya ves, mileuristas. Si aquí el que no se ríe es porque no quiere. Con un canto en los dientes me daba yo si encontrara un trabajo aunque me pagaran 100 euros. Pero claro, como el mercado está tan mal, ahora para entrar a trabajar de limpiadora en un portal te piden un máster en Harvard, tres años de experiencia (con informes, claro), ser menor de 19 años y tener coche propio y conocimientos de inglés e informática. Y si además tienes algún título adicional, tipo "Barrido express en la edad media" o "Márketin y Administración del agua de fregar" mejor que mejor. Títulos por los que anteriormente has tenido que desembolsar una cantidad estándar de, digamos, unos 2000 euros y que a la hora de la verdad no te sirven para nada más que para adornar la pared del cuarto de baño, pero que si no los tienes... ah, mala suerte, no entras en la selección, lo sentimos, gracias por su tiempo, señorita, siga intentándolo.

¿Le pedirán también a Doña Leonor de Borbón cuando vaya a pedir trabajo todos esos títulos? ¿Y quién se los va a pagar, su padre como a mi o todo el país? Ah, bueno, se me olvidaba, esta no va a tener que hacer entrevistas y pasar selecciones para encontrar un trabajo digno en el que cobre lo suficiente para poder pagar un alquiler, ni tendrá que vivir en un piso de 30 metros cuadrados ni mucho menos tendrá que preocuparse por llegar a fin de mes, o por llevar los niños al colegio o por tener que dejar de comer ella para alimentar a su tercer hijo. A esta la patrocinamos todos.