lunes, 5 de abril de 2010

SOL



[ ‘El sol no se ha puesto aún por última vez…
(Tito Livio;
59 a. C.17 d. C.) Gracias abuelo… ]





En todos los pueblos del mundo concretan sus citas en lugares muy especiales. La plaza del pueblo suele ser centro de paso de viandantes y usuarios de transportes públicos varios, ya sea un bar, el ayuntamiento, la iglesia, la plaza de abastos, el sitio donde ponen el mercadillo o la verbena, la compañía de una refrescante fuente donde se llenan cántaros, milagrosas cantimploras para peregrinos, reservas por si al ayuntamiento de turno le da por cortar el agua en verano, o la simple compañía de sentada de jubilado en disfrute de su mañana; un marco de fondo para paralizar momentos en una imagen, un sitio por el que probablemente pasarás, sin más, si vas…



La plaza de mi pueblo inspira mentes; hace que su tránsito sea comentado; hace que cada fin de año me sienta agradecido porque alguien celebrará seguro allí el fin de un buen comienzo, o el buen comienzo de un fin… Si sólo pasó, él se lo perdió… Si me preguntas por Madrid y su plaza… Lo siento, te tengo que decir…





Allí el sol siempre sale, comentarios se cruzan, ideas cambian de cabeza y se comparten, amaneceres se aseguran… Si buscas algo lo encuentras… o si no… preguntas; alguien puede que lo sepa, que se lo hayan dicho, que haya estado… Miles de historias de miles de pasantes sobre bares, cafés y tertulias, baratos hostales, pensiones de mala muerte o tascas que te agradecen el haber pasado, tiendas con sus últimas ofertas, tiempos de rebajas, conversaciones íntimas, en cada rincón, en cada lado…



La monotonía de paso por allí te enseña que en las plazas hay atajos, que en el metro se puede evitar a la marabunta de cuerpos rendidos al ritmo de la prisa, todos al mismo, el que tú no llevas… Que puedes ir al contrario… salir por donde entran los metrovegantes del túnel negando los carteles que te indican la salida… y descubrir que es camino más corto a contracorriente, más despejado… Disfrutas del olor a gofre todas la mañanas, a palomitas que te dicen ven si te descuidas, a café que huele mejor que sabe… Escuchas canciones dichas por voces castigadas que en el exterior tapa una manta, ‘top’ para Madrid, que nos hace cantar bajo tierra, también las oyes por los vagones entre parada y parada; en los pasillos todo cambia, llegas allí y el sol ya está en tu espalda...En el andén, el desgaste de las líneas pintadas son las huellas del metropolitano, marcas de multitud de zapatos que estuvieron allí, que vivieron Madrid, que por ahí todos pasan... Huellas dejadas en raíles, huellas que llevan a la plaza…



Las tardes son más disfrutadas; si pasas por este lugar todos los días por necesidad laboral, no es extraño el momento en el que place un granizado en tu garganta, o relajarte, entretenerte con el limpiabotas que siempre aparece, que siempre estuvo, que siempre ameniza y amenaza con su labia… Café helado o helado de café… Cantidad de loteros y loterías varias que buscan pescar al que aún se ilusiona con el azar, con la suerte, con tener una pizca de eso que tienen los de las corbatas, esos que cuando están en apuros llaman al del escapulario de cuerpo integral que dice ‘compro oro’, para suavizar sus desgracias… Todo es negociable, todo para el que pasa… Las encuestas allí son numerosas, pero no necesitan demostrar que son igual de exactas… De las noches no digo nada, soy gato –de Madrid- de día y siendo pardo, la multitud me tapa… Si el Tío Pepe hablara…






-¿Sí…?
-Hola, soy Lorena, ¿dónde estás…?
-Saliendo de currar, acabo de entrar al metro, en Sol, ya pasé el billete…
-¿Qué tal te va…?
-Va… que no es poco… ¿qué tal tú…?
- Bien, como siempre… ¿Arreglaste todo para León…?
- Está todo prácticamente cerrado… Me iré un mes antes de lo previsto…
-¿Encontraste piso…?
-Sí, no fue difícil… Pero…
-¿Qué te pasa…?
-Lore… Tú que me conoces… ¿Crees que merece la pena…?
-Pero mira que eres ‘tochuco’… Mira a tu alrededor… Al sitio en el que estás, siempre podrás volver…
-Lo sé…
- ¿Me llamarás…?
- No lo sé…
-Al final, lo vas a hacer… ¿verdad…?
-Adiós…








Desde allí, puedes sentarte, puedes mirar, puedes hacer lo que te venga en gana… Escapar o llevarme contigo de escapada; nada te retendría, todas las direcciones podrán ser tomadas… Sólo tú, con derecho a elegir cuál es tu camino, vía, avenida, rincón o plaza… ¿Cuál sería tu destino…? Da igual… Me tendrás esperando el Sol en la siguiente parada…
(J. B. V.)


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