lunes, 28 de junio de 2010

RAMBLA

"Voy a hacer una solemne promesa: en mi puta vida vuelvo a meterme borracho en el Metro. Corrección: en mi puta vida vuelvo a tomarme una copa. Suponiendo, claro, que salga de ésta. Si al menos supiera dónde leches estoy, tal vez podría hacerme alguna ilusión de cumplir la promesa, pero esto pinta... impredecible, por decirlo suavemente. No recuerdo nada desde el segundo gol, salvo aquel corrillo de jubilaos colchoneros bailando el pogo desnudos sobre la barra mientras el resto del bar les cantaba el Nunca Caminarás Solo... ¿o el que bailaba desnudo era yo y los que cantaban eran ellos? El caso es que sea como sea, he acabado aquí, tumbado en el suelo de lo que parece el andén de Metro peor iluminado de Madrid... suponiendo que siga en Madrid. Mire donde mire, no hay manera de encontrar una puñetera indicación que diga dónde estoy. No se oye ni una mosca, y lo único que alcanzo a vislumbrar son seis o siete metros de andén, una máquina de vending a rebosar de Kitkats (sin ranuras para las monedas), un par de carteles hechos polvo con algo parecido a la cara del Señor Barragán sobre el lema “Chí Pacharán”, y ese duende irlandés de metro noventa atado y amordazado que está intentando llamar mi atención desesperadamente metiéndose de cabezazos contra la pared. Vale, prioridades: una, conseguir un Kit Kat; dos, encontrar la salid... ¡un momento!¿he dicho duende irlandés de metro noventa atado y amordazado? Habrá que desatarlo, igual sabe cómo va la máquina de chocolatinas...
- Venga, fuera mordaza... ¿mejor?
- (gasp) Sí... (gasp), ¡desátame, rápido!¡Hemos de escapar de aquí antes de que vuelva!
- Un momeeeento, chato, un mo-meeeeen-toooo... primero quiero desayunar, luego quiero una explicación, y luego a lo mejor me lo pienso...
- Pero... ¿no me reconoces?
- Hombre, ahora que lo dices, tu cara me suena... ¿yo a ti no te tengo visto en Telemadrid? ¡Coño! ¡Si tú eres el Alcalde! ¡Pero bueno, Alcalde!¿Qué hace usted secuestrado en un túnel del Metro disfrazao de lechuga?
- Verás... en realidad soy un duende irlandés auténtico, mi verdadero nombre es Gallardonix. Toda mi alcaldía es una tapadera, lo hice todo para llevar a cabo las ampliaciones del Metro de Madrid y poder usarlas para esconder mi Tesoro... pero mi archienemigo, el duende Aguirrix, pretende que le diga dónde se encuentra. ¡Si descubre la verdad, será terrible!¡Madrid caerá en decadencia!¡Las nuevas generaciones no tendrán esperanza!¡El Barça tomará el control de Caja Madrid y se bailarán sardanas en la Cibeles cada quince días!
- ¿Y qué pinto yo en todo esto?
- Ni puñetera idea... tal vez la viste secuestrarme o tal vez llegaste a este andén fantasma por casualidad... ¡rápido, tienes que recordar! ¿cómo llegaste aquí?
- Pues con una curda del copón, no te jode...
- ¿Puedes ser un poco más específico?
- A ver, recuerdo que me metí en un ascensor... tal vez pulsé el botón que no tocaba... recuerdo que no funcionaba y que parecía que el ascensor me hablase con una voz así como de Darth Vader...
- ¡Por todos los San Patricios!¡Te metiste dentro de uno de nuestros portales interdimensionales!
- Alcalde, coño, en serio... ¿eso existe?
- ¿Pero tú cómo te crees que llego a tiempo a todos los desayunos de prensa con la mierda de tráfico que hay cada mañana? ¡Estamos en una estación de gusano! ¡Sus portales funcionan mediante ultrasonidos imposibles de emitir por un ser vivo consciente! ¡Rápido, repite todo lo que dijiste!
- ¿Decir? Alcalde, me parece que aparte de cagarme en la madre que parió al ascensor un par de veces, suplicar que se moviera otras tantas, y llorar diez minutos como un bebé declamando sobre lo injusto de la vida y la condición humana, no emití ningún ultrasonido... a no ser que... a no ser...
- ¿Qué? ¿¿¿QUÉ???
- Primero me va usted a prometer una parte del Tesoro.
- ¡A tí y a todo tu barrio!¿de dónde eres?
- De Coslada, del Valleguado Sur, y a mucha honra. Tápese los oídos, Alcalde...
- ¿Cómorl?
- (sniiiiiiiiiiiiffffffffffffff.... BOOUAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRPPPPPP!!!!!!!!!)


Siempre he molestado sobremanera a los perros de mi hermana al pegarme un eructazo de los míos. Quién iba a pensar que su frecuencia coincidía con las de un mecanismo de teletransporte multidimensional. Ahora, ahora me explico muchas cosas. La estación, el andén, el Metro, han desaparecido. Estoy en casa, en la superficie. Gallardonix se ha esfumado, pero me encuentro una tarjeta en el bolsillo de la camisa, con un número de móvil a todas luces falso (tiene siete treses) y una anotación a mano:


“Encontrarás tu parte entre Méjico y Honduras”


Será desgraciao... para que te fíes de los políticos, ahora me envía a hacer la ruta Quetzal... claro que ahora que lo pienso...


Aprieto el paso, tuerzo un par de calles y entonces lo veo claro. Tal y como me lo había imaginado. Apenas puedo distinguir la estación de La Rambla entre la multitud de curiosos que se agolpa poco a poco en la calle mirando al centro Margarita Nelken, o lo que antes era el centro Margarita Nelken. Frente a nosotros puedo distinguir tres cosas: un mogollón de gente flipando pepinos, el concejal de Urbanismo de la Plataforma en estado de shock bailando una jota navarra y dando gracias a no sé qué virgen de Guadalupe, y un pedazo de construcción faraónica sacado de Stargate Atlantis en el cual el centro cultural parece haber transmutado durante la noche. Joder, Gallardonix, yo sólo quería entradas gratis para el fútbol o como mucho un pisillo en la Gran Vía, pero a lo hecho... sólo espero que por lo menos hayas mejorado la programación del Cine Club.

(Jose, que afirma que no hubiera escrito nada si le llego a decir que Certik, Alex Martos y yo misma le dejaríamos el listón tan alto. A lo mejor entonces hasta hubiera escrito sobrio)
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1 comentario:

Rocio dijo...

Me encantan los distintos relatos que publicas, porque en muchas de esos me siento identificado. Creo que todos alguna vez hemos hecho promesas semejantes. En estos momentos me quedo en mis apartamentos en san bernardo, intentando escribir diversos relatos