Ella le pidió que la llevara al fin del mundo; él puso a su nombre todas las olas del mar. Se miraron un segundo como dos desconocidos... Y con tanto ruido no escucharon el final.
martes, 28 de agosto de 2007
De mudanza
Allí escribo con seudónimo y reservo para semejante lugar las palabras y pensamientos más aterciopelados y sentidos. Mis nuevos vecinos se lo merecen.
Desde el otro lado de la calle, asomada a mi balcón agito mi mano.
http://www.callemelancolia.com/
martes, 21 de agosto de 2007
Buscando la felicidad

Propuso el primero: Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo; a lo que inmediatamente repuso otro: no, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien subirá, y la encontrará, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde esta.

Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.

Los cuentos que yo cuento acaban fatal
Mi amigo me ha dicho que para que no me agobie con el tema del plazo de entrega y ese pedazo de premio, lo que tengo que hacer es no pensar en ello, sino pensar que voy a escribir un cuento que pueda leer algún dia a mis hijos. Y yo, que aún no me había planteado si se me ha despertado ya el instinto maternal o aún le quedan un par de horas de sueño, me he visto de repente como en una película a cámara lenta, cambiando pañales y dando biberones.
Voy a apartar al menos de momento esa imagen de mi cabeza, pero que quede constancia de que me voy a poner a escribir cuentos hasta que salga uno medianamente decente y que merezca esos 100.000.
Sergio, acepto el reto y subo la apuesta: nos jugamos también una cena? Que sea en un libanés, y ya puestos a soñar, que el libanés sea de verdad y de paso hacemos turismo. Que se prepare la Rowling esa del Harry Potter porque ahí voy.
Por cierto, si por un casual resultara agraciada con esa propinilla, todos los que me llamen para felicitarme estarán invitados a una cervecita... pero tendrá que esperar a que me gaste parte del premio en un viaje; y el destino está claro: Tenerife.
Prometo colgar por aqui el primer capítulo; para leerlo entero ¡a comprar libros todos!
viernes, 17 de agosto de 2007
Las bicicletas son para el verano

Y a mí me encanta mi pueblo.
Desde que era un bebé he pasado largas temporadas en el pueblo. Tal vez gracias al hecho de que mi padre sea de pueblo... El caso es que todos los veranos los recuerdo divididos; mitad en la playa y mitad en el pueblo.
Cuando era niña no recuerdo haber tenido grandes amistades entre los chiquillos del pueblo; de hecho, no recuerdo haber tenido grandes amistades en ningún sitio hasta hace unos años. No recuerdo correr por las calles con "los rapaces", ni bañarme en el río con ellos, pero sí recuerdo verles pasar desde lejos, oir sus risas al chapotear en el agua. Después llegó mi hermano, y ya tenía entretenimiento; y luego todos mis primos, que llegaron uno detrás de otro. Fue entonces cuando empecé a salir por el pueblo con todos los chicos. Digo chicos porque en el pueblo sólo había otras 3 chicas, pero nunca quisieron saber nada de mí, así que yo me lo pasaba en grande intentando ser como ellos; si habia que tirarse en bicicleta por la cuesta del cementerio yo era la primera en hacerlo, y también la primera en dejar las rodillas y los codos en el asfalto o en cualquier camino de tierra, o en saltar desde un manzano al río, o en jugar a fútbol en una pista de cemento con las consecuentes magulladuras, pero sin quejarse ni una sola vez con tal de no oir el famoso "cobarde, gallina, capitán de las sardinas".
Me gusta mi pueblo porque aquí es donde vengo siempre que necesito descansar.
Me gusta porque seguimos siendo una pandilla de "rapaces" muy diferente, muy variada. Porque en los pueblos no hay distinciones de edad y puedes pasar toda una tarde con gente de 18 o de 35; porque en los pueblos son los mayores los que te enseñan dónde están los mejores nidos para ir a robar huevos, dónde están las mejores pistas para ir a hacer el cafre con la bici, dónde están los pozos más profundos del río para poder tirarte de cabeza... También son los mayores los que te dan la primera cerveza, el primer trago de vino, el primer cigarro, el primer canuto. Y también de los mayores recibes las primeras collejas, los primeros caponazos, las primeras broncas, el primer gran enfado que se arregla con un apretón de manos al día siguiente. Los mayores te hacen pensar en las chicas (en mi caso aprendí por contraste) y en lo que esconden bajo la falda. Es en los pueblos donde cada metedura de pata se recuerda durante años como anecdota con la que reir y no como lastre vitalicio. En los pueblos los apodos y motes te acompañan hasta el final y aunque sufran variaciones a lo largo de la historia, a mi se me sigue conociendo como "La de Manolín, el de Centeno" -no deja de resultarme extraño ser de las pocas que no tienen apodo, al menos conocido-.
Hace unos días leí en http://www.1000horas.com/ un post que me hizo pensar en todos esos detalles que sólo se dan en los pueblos, o para no faltar a la verdad, fue un comentario en ese post lo que me hizo recordarlos. Resulta divertido saber que las chiquilladas siguen siendo las mismas año tras año, generación tras generación. Resulta divertido pensar que las cosas pueden arreglarse en los pueblos en la barra del bar delante de un vino o en una partida de subasta.
Son divertidas las verbenas, con sus pasodobles y jotas, con el cha-ca-chá del tren. Resulta agradable llegar al bar y que sepan cómo me gusta el café, sin necesidad de pedirlo. Resulta relajante dar un paseo en bici, porque las bicicletas son para el verano.
jueves, 9 de agosto de 2007
Morriña

martes, 7 de agosto de 2007
El final del verano... (para mí)
sábado, 4 de agosto de 2007
Lo que faltaba
