Acabo de darme cuenta de que hace una semana fue el día de la madre. No quiero decir con esto que olvidara felicitar a mi madre el domingo pasado, que lo hice; sino que se me había olvidado dedicarle un post a mi mama.
Mi madre es esa mujer que acaba de cumplir los 50 pero está tan guapa como cuando tenía 20; esa mujer a la que le empiezan a preocupar las patas de gallo y las arrugas del cuello; esa mujer increíble que se niega a envejecer pero lleva sus años con una elegancia envidiable. Mi madre es la mujer más maravillosa que existe; la que ha pasado mil penurias a lo largo de su aún corta vida pero no pierde la sonrisa; la que nunca se queja; la que siempre está disponible para una cura de urgencia o un consejo; la que me lleva de compras para que le diga si esta falda le queda bien o este vestido es apropiado para ella; la que me dice que ya está viejita con cara de pena; la que se va a la cama después de un día agotador en el que se ha levantado antes de las 7 de la mañana y ha conseguido administrar el tiempo de tal forma que una superheroina de comic no le llegaría ni a la suela de los zapatos; la que con 23 añitos parió a esta que hoy escribe este pequeño homenaje; la que casi dejó de comer para poder llevarme a una buena guardería; la que nunca me negó nada; la que siempre ha estado ahí, por mal que me haya portado, por daño que le haya hecho; la que se enfrenta a los reveses de la vida con una actitud positiva; la que tiene un buen par y puede con todo y con todos; la que nunca ha llorado en voz alta; la que dejó de fumar para que yo me pusiera a régimen (aunque luego empezara a fumar otra vez a escondidas, ¿o crees que no lo sabía?); la que hacía viajes a Soria sólo para estar conmigo unas horas; la que comparte conmigo cafés con sacarina y algún dulce furtivo siempre con la frase a modo de prefacio de "¿quieres que me muera pronto?"; la que me sigue regañando por tener el cuarto hecho un desastre o por no poner la lavadora; la que me llama cuando salgo de viaje y me pregunta si me he olvidado de que tengo una madre; la que siempre tiene tiempo para mi; la que más se preocupa por mí; la que más me quiere, haga lo que haga, vaya a donde vaya; la que me mantuvo durante mis años de universitaria y lo sigue haciendo hoy dándome cama y comida; la que está deseando que lleguen sus vacaciones para poder ir al mercadillo de los martes; la que nunca pide nada a cambio, la que sacrificó tantas cosas por nosotros...
Esa gran mujer a la que tanto quiero (aunque te lo diga poco).
Qué suerte tengo de que tú seas mi madre, y si algún día yo tengo hijos, me gustaría ser la mitad de buena de lo que tú eres. No sé qué va a ser de mí el día que me faltes...
No te imaginas lo orgullosa que estoy de tí. ¿Y tú? ¿Estás orgullosa de mi?
2 comentarios:
Hla wapísima, soy tu prima Bea ¡¡¡Jooo, cómo he llorado con lo q has escrito!!!Si es q eres toda una poetisa....Me dejas alucinada.
La verdad es q no nos podemos quejar de las madres q tenemos, q son un sol, como tú wapa.A ver si nos vemos prontito por Astorga, q tengo unas ganas de q llegue esa cenita y el marujeo....un besazo wapa
Escribe más cosas, priiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Publicar un comentario