lunes, 29 de marzo de 2010

CALLAO


Luna llena, liviano bullicio que llena la calle y apabulla al forastero.

Llegadas y partidas. Espacios abiertos que confluyen y se cierran en un abrazo llevadero. Lluvia que abrillanta el pavimento. Barquillos con chotis de fondo. Canallas que lloran por las esquinas. No se escuchan los grillos en las noches de agosto. Callos de tasca.


Huele a asfalto recalentado por el sol. Bancos enfrentados que desafían los días de aguacero. Tantas direcciones que tomar...! Gente ensimismada que se apresura por llegar a ninguna parte; gente que, en su carrera, arrastra a quien disfruta de la mezcla de sensaciones. A tan solo unos metros, parada obligada en la franquicia de turno; capuccino con canela y azúcar moreno, tamaño grande, para saborearlo en el paseo hasta el Templo, dejando atrás Plaza de España. A la vuelta, otra parada, esta en Preciados, hay que ver al oso y abonar el madroño.

"¿Estás loca? ¿Vas a ir a pie? Coge el metro..." Vida de topo, siempre a 5 metros bajo tierra. Algo tiene. Será la gente, será el aire, el tráfico, el ruido... Será que no puedo pasar por Madrid sin visitar Callao.

1 comentario:

kFk dijo...

Es una de las muchas cosas que se puede hacer un día cualquiera en una ciudad como esa.

Me gusta!!!