domingo, 3 de septiembre de 2006

¿Quién coño me ha robado el mes de abril?


A las 22.40 saltó al ruedo el Maestro;
casi taurino en la noche ponferradina
para deleitar a propios
y ajenos con sus rimas.

Sus músicos no mercenarios
alentaron al maestro sobre el escenario,
y abajo en el gallinero, una marea
de bombines negros coreaba y saltaba
al son de su garganta aguardentosa y castigada.

Recordó Sabina sus tiempos de Mandrágora,
cuando acompañado de los otros dos mosqueteros
pasó noches de cante jondo en algún garito templario,
antes de que sus canciones fueran tan suyas,
números rojos arrabaleros.

Llegó y convenció el de Baeza,
y nos sobraron los motivos
para lanzar al republicano una colección
variada y multicolor de ropa interior
que prometió entregar a una ONG
de Tetas Sin Pezón.

No faltaron rumbas, ni color,
hasta una sotana eligió
como atuendo el señor Pancho,
hermano y cofrade mayor .

Amenazó con irse por peteneras
sin despedirse de los parroquianos
y no le perdonaron al pirata cojo
semejante ordinariez, cantando
a la bandera que exhibía tres colores
morado, amarillo y rojo.

¡Joaquín Sabina
así no se termina!
coreaba la multitud;
"Antes de que me despidáis a zapatazos
nos quedamos aqui otro rato"

La princesa de la boca de fresa
sirvió de cuasi despedida
mientras el maestro acalaraba la voz
con cubatas y rock'n roll.

En capilla estaban los artistas
antes de torear en las Ventas
y así lo hizo saber en las dos horas y media
que duró su recital en la calle melancolía.

Su ruido tan huérfano de padre
taladró nuestro corazón podrido de latir
y resumiendo se fue...
¡así estoy yo sin tí!

Que no le falte tabaco negro al Maestro,
que le siga temblando la voz,
que perdonen él y sus fans mi osadía
tratando de emular sus versos
pero yo sí puedo decir
que esta boca es mía.

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