martes, 21 de agosto de 2007

Buscando la felicidad

Para todos aquellos que, de una u otra manera, me hacéis feliz día tras día...



En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y la mujer; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaríamos creando nuevos dioses.







Debemos quitarles algo, pero, Qué les quitamos? Después de mucho pensar uno de ellos dijo: !ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamás.



Propuso el primero: Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo; a lo que inmediatamente repuso otro: no, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien subirá, y la encontrará, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde esta.








Luego propuso otro: Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, y otro contestó: no, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien construirá una nave por la que pueda bajar, y entonces la encontrará.







Uno más dijo: Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra. Y le dijeron: No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien construirá una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la descubrirá, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.




El último de ellos, era un Dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren.










Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: ¿Dónde? La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.



Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.

4 comentarios:

Eva Primigenia dijo...

Cierto Ana, algunos privilegiados hemos descubierto ya la felicidad, dentro de nuestra capacidad de sorprendernos cada día con el sol... o con la lluvia, con una sonrisa amiga. La descubrimos en el roce ligero de un beso al sonar el despertador, en la inmensa belleza de la palabra "mamá", en el suave aroma del café por la mañana, en el rumor del mar, en el crepitar del fuego en una chimenea. La felicidad, a los que miramos dentro y hemos tenido la inmensa suerte de encontrar otro "dentro" en el que mirar, nos acecha divertida en una broma inocente y nos espera paciente a la vuelta de la tristeza , la felicidad no nos esquiva somos nosotros los que a veces vemos a través de ella. Tu cuento es necesario para abrirnos los ojos y las entendederas. Gracias

Ana dijo...

Gracias a tí por tu huella. La arena de esta duna está cada vez más manchada por las pisadas que vais dejando en vuestro caminar. Cuando me siento perdida lo único que tengo que hacer es poner un pie sobre una de esas huellas, y luego el otro, y así hasta llegar a puerto.
Gracias por leerme, eso hace que siga escribiendo.

Eva Primigenia dijo...

Dejame invitarte a un sitio un poco especial para mi, una charca en la que al menos el entorno te resultará familiar, un lugar de letras incipìentes, de palabras aún inmaduras pero de pasiones contenidas. Dejame invitarte al blog de mi hijo Sergio (si, lo del nombre es pura coincidencia ya ves) que a sus 16 años también quiere dejar en el viento la huela efímera de las palabras. http://micharco.blogspot.com/

Ana dijo...

no lo pude evitar; soy una cotilla. Ya conocía el charco de tu hijo, ya sabes, este link me lleva a otro, y este a otro... y dí con él.

Está más que claro que ha heredado de su madre el gusto por las letras.